Scott Campbell y el Walkman (Foto de
BBC)
Todo un veterano. Así me siento. ¡Y con orgullo!. Hoy he tenido un día rico en experiencias; por la mañana la
primera jornada de trabajo con
la licenciatura (casi) bajo el brazo y, por la tarde, me encuentro con un sorpresón:
el Walkman cumple 30 años.
Curioseo entre noticias relacionadas y me encuentro con un peculiar experimento:
cambiarle a un muchacho de 13 años su iPod por un Walkman durante una semana. Tras leer el artículo me invade el nerviosismo y me lanzo corriendo a mi habitación. Rebusco entre los cajones y lejas al tiempo que inconscientemente pienso: "tiene que estar por aquí, tiene que estar por aquí...". Hasta que aparece. Lo cojo con mimo y me sorprendo al encontrarlo en tan buen estado. Es un
Aiwa TA253... ¡mi primer
Walkman!.
Hago memoria para intentar ponerle edad al
aparato y recuerdo el momento en el que me lo dieron. Era mi cumpleaños, destrocé el papel que lo envolvía y miré asombrado aquella novedad tecnológica. "¡Qué pasada, con radio y todo!. De hecho, la ilusión fue tan grande que, ansioso por estrenar el aparato, cogí sin mirar el primer cassette que ví por casa, no me importaba qué era lo que había grabado en él, sólo pensaba que, a partir de ese momento, podía escuchar música donde quisiera y lo iba estrenar ya mismo. Salí de casa con la excusa de comprar pan y en cuanto subí al ascensor pulsé el
play y escuché por primera vez música en un dispositivo portátil: una recopilación de villancicos cantada por
Raphael. Y así salí del portal, estrenando orgulloso mi primer walkman mientras iba a por pan escuchando el
tamborilero a toda pastilla.
Una vez pasada la euforia inicial me dí cuenta que el cassette no resultaba del todo apropiado para mi, así que, ahora con un poco más de calma, cogí una nueva cinta:
devil came to me, de
Dover. El disco se lanzó en 1997, así que mi primer walkman tiene casi 11 añitos y medio.
Después de disfrutar de todos esos recuerdos vuelvo al artículo que ha destapado todo para leer con más detenimiento las reacciones del joven Scott Campbell. De entre las muchas (y lógicas) curiosidades que para un muchacho supone encontrarse con un aparato de esos destaco esta:
Logré generar mi propia versión (de "shuffle") improvisada apretando el botón de "rebobinar" y soltándolo de manera aleatoria.
Es verdad que el Walkman no podía reproducir canciones al azar pero ¿a que el iPod no puede rebobinar o cambiar de canción sin gastar batería? Pues
el Walkman sí. Basta un
boli bic y unos buenos giros de muñeca. Se empalaba el cassette al boli como su fuera una
matraca y en un par de minutillos tenías la cinta rebobinada.