Actualizado (12/03/08):

No hace mucho quien debe corregirme me dio un par de consejos, entre ellos uno: infórmate más y mejor. Así lo hice y me siento orgulloso de poder decir que me equivoqué. No me informé lo suficiente, me precipité y caí en el error. Me alegro. Me alegro porque tengo margen para corregir y, sobretodo, porque con cada error aprendo. Al fin y al cabo para eso estudio, para darme cuenta de lo que no tengo que hacer y para aprender todo lo que pueda. Mi edad y mis errores son la mejor señal de que todavía tengo márgen para corregir.

Y en esas estoy, aprendiendo. No me manejo(ba) del todo bien con los ordenadores y reconozco la escasa atracción que mantenía hacia las nuevas tecnologías. Pero para ser sincero he de decir que cada vez miro con más cariño a la pantalla del ordenador. Poco a poco, con tiempo, esfuerzo y muchas lecturas, voy aprendiendo que es esto de "un blog" y a manejarme con algunas de las tecnologías que crecen paralelas (sí, de momento solo algunas, poco a poco, poco a poco...). Y cada vez me gusta más... veremos en que queda.

Lo dicho, pido disculpas por mi error, a mi(s) lector(es) (gracias por leerme mamá!) y prometo esforzarme más y procurar no caer en muchos errores de este tipo. Para ser justos con la verdad dejo el post original en cursiva, para que quede constancia.

En el post original hablaba del daño que se le hacía a los autores de las obras al quitarles el derecho de autor. Claro, si podemos utilizar su obra y distribuirla gratis les condenamos a no ganar dinero por su trabajo, pensaba. Pero la realidad es que, los artistas, cómicos o intelectuales no obtiene su beneficio a través de las ventas de sus obras sino con el contrato con sus editoriales o discográficas. Si no, ¿cómo podemos entender que los músicos solo cobren entre un 8 y un 15% por cada CD? El problema lo tienen los intermediarios porque estan viendo peligrar su beneficio. El derecho de autor se ha reducido a un bonito término para que las grandes empresas tengan margen para sacar tajada. No me enrollo, buena parte de mis opiniones las podéis encontrar en el post sobre el canon digital


Cada día veo las cosas más raras. Será que me hago viejo y eso de cumplir años me sienta fatal. Ingenuo de mí, pensaba que no hay nada más bonito como inventar algo genial, útil. Un nuevo hallazgo que permita redescubrir el mundo y la sociedad. Una aportación que logre cambiar todos los esquemas y formas de vida de nuestra actualidad. Un “algo” que, pasado un tiempo sea considerado “fundamental” y no sepamos entender nuestra cotidianeidad sin él. O sencillamente una aportación personal que pueda crear un efecto entre la sociedad. Crear con la virtud algo que cambie al resto. Mientras, claro está, esperar sentado en un sillón viendo como tus arcas se inflan de pasta gracias a tu genialidad. Haces un favor a la sociedad, le das el alma y la fuerza para que siga girando y avanzando y, como recompensa, ganas dinero. Pues no. Ni idea tenía. Lo que "mola" ahora es compartir cosas. Regalar. Pensar, crear, desarrollar, inventar y luego regalar. Concretamente se trata de “reducir las barreras legales de la creatividad por medio de una nueva legislación y de las nuevas tecnologías”. Me imagino que las grandes empresas farmacéuticas y los laboratorios harán lo propio cuando descubran la cura contra el VIH o los mafiosos disfrazados de Armani en Wall Street cuando encuentren una alternativa definitiva al consumo de petróleo. Se ponen las dos "ces" esas y a disfrutar, que la vida son dos días. ¡Qué egoísta soy!. No tengo perdón divino. Y a los García Márquez, Cela, Einstein, Shakespeare y toda esa gentuza que nos cobra derechos de autor por sus obras que les zurzan. Que se mueran de hambre. ¿Qué son genios y que lo mínimo que merecen es vivir de su extraordinaria labor y aportación al mundo? Eso es cosa del pasado.


P.D.Los derechos del hombre son, por definición, irrenunciables e inalienables. Entre esos derechos también se encuentran, evidentemente, los derechos de autor. Con lo fácil que ha sido siempre citar o acudir a la fuente original... No sé por qué pero a mi esto de renunciar derechos, cederlos o limitarlos me suena a Franco, Hitler, Castro o Pinochet. Me suena a malo, a podrido, a siglo XVII. Esto de estar en pleno "progreso" para acabar cediendo derechos me suena a pantomima y a poco sentido común. Lo peor de todo esto es la base de la que parten muchos de los más aférrimos defensores de este nuevo invento de regalar derechos: "Los pobres también tienen que tener posibilidad para acceder a contenidos culturales y educativos de forma gratuita y este es el método definitivo". Y se quedan tan anchos. En la medida de lo posible hay que evitar caer en medidas tan simples. El fin no justifica los medios y, por si fuera poco, toda la vida ha habido y habrá bibliotecas y servicios públicos y gratuitos que ofrezcan el derecho de disponer de estos contenidos a los más desfavorecidos.Que no me toquen los derechos.